DESDE LOS TEJADOS.
El bautismo se acoteja en el camino.
Manuel Maza, S.J.
manuelmaza@pucmm.edu.do
Muchas veces les oí decir a los guías en Mata Grande: “la carga se acoteja en el camino”. Igual sucede con el bautismo.
Durante la cuaresma, la Iglesia nos da pistas para que comprendamos y podamos vivir nuestro bautismo. Bautizarse significa sumergirse en una experiencia. En muchas partes, se bautiza sumergiendo completamente a la persona en las aguas. El bautismo nos sumerge en una experiencia de libertad, de lucha y de escucha.
En la primera lectura de hoy (Génesis 12, 1 – 4) nuestro padre en la fe, Abrán nos enseña que el bautismo es para obedecer con fe las propuestas del Señor: “Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré”. Abrán venció la comodidad y libremente “marchó como le había dicho el Señor”. Nos llaman a adentrarnos libremente en esta sociedad para construir, junto con otros, alternativas que traigan bendición a las mayorías.
En esa ruta, puede que nos sintamos sin fuerzas. Pablo nos enseña en la segunda lectura (2ª Timoteo 1, 8 – 10) que Jesús “destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal por medio del Evangelio”. El bautismo nos da fuerza para esta lucha.
Finalmente en el Evangelio vemos a Jesús transfigurarse. En ese momento todo cobraba sentido y Pedro hasta exclamó, “Señor, ¡qué bien se está aquí, haré tres tiendas! Ya Pedro se estaba instalando en lo alto de la loma, cuando el Padre le dice: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. ¡Escúchenlo!” El bautismo nos pone a escuchar a Jesús en la oración, la Palabra, los pobres y toda la vida de la Iglesia.
No nos bautizaron para que nos instalásemos en la comodidad, sino para la misión. El bautismo se acoteja en el camino.
El bautismo se acoteja en el camino.
Manuel Maza, S.J.
manuelmaza@pucmm.edu.do
Muchas veces les oí decir a los guías en Mata Grande: “la carga se acoteja en el camino”. Igual sucede con el bautismo.
Durante la cuaresma, la Iglesia nos da pistas para que comprendamos y podamos vivir nuestro bautismo. Bautizarse significa sumergirse en una experiencia. En muchas partes, se bautiza sumergiendo completamente a la persona en las aguas. El bautismo nos sumerge en una experiencia de libertad, de lucha y de escucha.
En la primera lectura de hoy (Génesis 12, 1 – 4) nuestro padre en la fe, Abrán nos enseña que el bautismo es para obedecer con fe las propuestas del Señor: “Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré”. Abrán venció la comodidad y libremente “marchó como le había dicho el Señor”. Nos llaman a adentrarnos libremente en esta sociedad para construir, junto con otros, alternativas que traigan bendición a las mayorías.
En esa ruta, puede que nos sintamos sin fuerzas. Pablo nos enseña en la segunda lectura (2ª Timoteo 1, 8 – 10) que Jesús “destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal por medio del Evangelio”. El bautismo nos da fuerza para esta lucha.
Finalmente en el Evangelio vemos a Jesús transfigurarse. En ese momento todo cobraba sentido y Pedro hasta exclamó, “Señor, ¡qué bien se está aquí, haré tres tiendas! Ya Pedro se estaba instalando en lo alto de la loma, cuando el Padre le dice: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. ¡Escúchenlo!” El bautismo nos pone a escuchar a Jesús en la oración, la Palabra, los pobres y toda la vida de la Iglesia.
No nos bautizaron para que nos instalásemos en la comodidad, sino para la misión. El bautismo se acoteja en el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario