DESDE LOS TEJADOS
Casa sobre arena, casa sobre roca.
Manuel Maza, S.J.
manuelmaza@pucmm.edu.do
Nos han marcado los y hombres y mujeres que nos colocaron delante de las opciones cruciales en las que se jugaba el sentido de nuestras vidas.
En el Evangelio de hoy (Mateo 7, 21 -27) Jesús de Nazaret examina ante nuestros ojos dos maneras de construir el bienestar. Jesús coloca, de un lado, a los que construyen sobre arena, del otro, los que excavan los cimientos en roca.
¡Quién no construyó un castillo en la arena en sus años de niño! En la arena suave se construye rápido y fácil. Bastan las manos propias y con un poquito de esfuerzo, al ratico, trajimos de la mano a nuestra madre para que admirara nuestra fabulosa obra de ingeniería: ¡un castillo con muralla, foso, puertas, ventanas, y torre! Luego una ola atrevida barrió despiadada toda nuestra construcción en un segundo.
Construir sobre arena es fácil pero es fracasar.
Picar la roca es trabajo arduo, lento y exigente. Pero los castillos construidos sobre roca desafían los siglos.
La conclusión que se desprende del Mensaje de nuestros Obispos para el pasado 27 de Febrero, (http://www.ced.org.do/cartas/febrero2011.pdf) es que muchos aspectos fundamentales de nuestra vida nacional han sido construidos sobre arena. Hombres de esperanza, nuestros pastores nos han propuesto varias vías de solución, de entre ellas destaco tres: unificar criterios, trabajar en conjunto por el bien común (ver el No. 25).
Aquí no queremos picar la dura roca del consenso mínimo sobre nuestras prioridades; gobiernos e instancias privadas fabrican castillos en la arena infantilmente descoordinados, y muchos se engañan, creyendo que la suma de egoísmos despiadados resultará en una sociedad feliz, productiva, justa y solidaria.
Los Obispos nos colocan ante esta disyuntiva: o empezamos a construir sobre roca, o esperamos resignados la ola atrevida que barra nuestro castillo en la arena.
Casa sobre arena, casa sobre roca.
Manuel Maza, S.J.
manuelmaza@pucmm.edu.do
Nos han marcado los y hombres y mujeres que nos colocaron delante de las opciones cruciales en las que se jugaba el sentido de nuestras vidas.
En el Evangelio de hoy (Mateo 7, 21 -27) Jesús de Nazaret examina ante nuestros ojos dos maneras de construir el bienestar. Jesús coloca, de un lado, a los que construyen sobre arena, del otro, los que excavan los cimientos en roca.
¡Quién no construyó un castillo en la arena en sus años de niño! En la arena suave se construye rápido y fácil. Bastan las manos propias y con un poquito de esfuerzo, al ratico, trajimos de la mano a nuestra madre para que admirara nuestra fabulosa obra de ingeniería: ¡un castillo con muralla, foso, puertas, ventanas, y torre! Luego una ola atrevida barrió despiadada toda nuestra construcción en un segundo.
Construir sobre arena es fácil pero es fracasar.
Picar la roca es trabajo arduo, lento y exigente. Pero los castillos construidos sobre roca desafían los siglos.
La conclusión que se desprende del Mensaje de nuestros Obispos para el pasado 27 de Febrero, (http://www.ced.org.do/cartas/febrero2011.pdf) es que muchos aspectos fundamentales de nuestra vida nacional han sido construidos sobre arena. Hombres de esperanza, nuestros pastores nos han propuesto varias vías de solución, de entre ellas destaco tres: unificar criterios, trabajar en conjunto por el bien común (ver el No. 25).
Aquí no queremos picar la dura roca del consenso mínimo sobre nuestras prioridades; gobiernos e instancias privadas fabrican castillos en la arena infantilmente descoordinados, y muchos se engañan, creyendo que la suma de egoísmos despiadados resultará en una sociedad feliz, productiva, justa y solidaria.
Los Obispos nos colocan ante esta disyuntiva: o empezamos a construir sobre roca, o esperamos resignados la ola atrevida que barra nuestro castillo en la arena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario